La guía del queso
El queso es un derivado lácteo que a diferencia de los yogures o la leche se le han atribuido diferentes mitos donde no se recomienda su consumo. Hoy queremos hablar de él, ver quÉ contiene, sus beneficios y qué tener en cuenta a la hora de introducir un queso en el carro de la compra.
Antes de empezar, tenemos que saber que no todos los quesos son iguales. Podríamos diferenciar tres tipos:
– Queso tradicional
– Queso procesado
– Sucedáneo del queso
A nivel de ingredientes, un queso tradicional como puede ser el gouda, feta, Brie o roquefort solo contiene leche, nata o suero de mantequilla + cuajo coagulantes + sal
Actualmente, en nuestro país hay más de 150 tipos de quesos, muchos de estos son quesos procesados, donde, además de los tres ingredientes que contienen los quesos tradicionales, se le añaden fermentos lácticos, aceite de oliva, especias, colorantes, leche en polvo….
Y por último, nos encontraríamos los sucedáneos del queso. Para diferenciarlos, si nos vamos a sus ingredientes veremos que en vez de estar el lácteo como primer ingrediente nos encontramos un almidón o un aceite refinado…
¿Qué nos aporta?
El queso es una buena fuente proteica, que variará su cantidad dependiendo del tipo de queso. Además también destaca su aporte en vitaminas y minerales como calcio, fósforo, magnesio, zinc y vitamina A, D y vitaminas del grupo B (B1, B2, B9 y B12).
Una de las principales preocupaciones que tenemos sobre el queso, es la cantidad de grasa y sal que este contiene, sin embargo, diferentes estudios (estudio hipertensión, estudio colesterol), demuestran como no existe correlación directa con el desarrollo de hipertensión, colesterol ni sobrepeso.
Viéndolo así, parece que el queso es un superalimento, pero hay que recordar que, al igual que el resto de lácteos, no es un alimento imprescindible en nuestra alimentación. Lo importante como siempre en la alimentación, será la frecuencia de consumo de este tipo de alimentos.
Según la SENC la frecuencia recomendada sería:
– 20-60g de queso curado
– 80-125g de queso fresco
¿Cómo elegir un buen queso?
Con esta guía del queso queremos enseñarte a elegir un buen queso a la hora de ir a la compra.
1. No te dejes engañar por el marketing. Nos tendremos que asegurar que es queso y no sucedáneo. Para ello, nos iremos a los ingredientes, nos fijaremos que su primer ingrediente sea leche, nata o suero de mantequilla, además de cuajo coagulantes, fermentos y sal.
2. Una vez que nos hemos asegurado que se trata de un queso miraremos la información nutricional para seleccionar el queso en función de mi objetivo o patología
– SIN LACTOSA. Para las personas intolerantes podremos encontrar quesos sin lactosa. Generalmente los quesos más grasos suelen tener menos lactosa y cuanto más maduro sea, también contendrá menos lactosa. Se marcará en aquellos productos donde su contenido de lactosa inferior a 2,5 mg/100 kJ (10 mg/100 kcal)
– BAJO EN SAL o SIN SAL AÑADIDA (no contiene más de 0.12g/100g-ml de sodio) MUY BAJO EN SAL (no contiene más de 0.04g/100g-ml de sodio) SIN SAL (no contiene más de 0.005g/100g-ml de sodio). Para los casos de HTA, retención de líquidos, insuficiencia renal crónica…
– CONTENIDO EN GRASA. Según su contenido en grasa podremos decir que un queso es:
Desnatado: < del 10% de materia grasa
Semidesnatado: entre 10 25% de materia grasa
Semigraso: entre 10 25% de materia grasa
Graso: entre el 25 y 45% de materia grasa
Extragraso: > del 60% de materia grasa
Tras hablar sobre el queso y su contenido, y aunque no sea un alimento del cual debamos abusar diariamente, queremos concluir afirmando que consumir este tipo de productos en cantidades recomendadas y personalizadas individualmente, no es malo. No te dejes engañar por los mitos que existen alrededor de este alimento y por el marketin que la industria alimentaria ha creado alrededor de él. Si tienes alguna duda o quieres probar diferentes recetas con queso no dudes en consultar nuestras recetas saludable.
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